El cielo puede ser el suelo que pisas

Monteperdido

Vértigo.

Buscaré palabras que no sean palabras, 

explicar con la punta de los dedos esto que me corroe.

No sabía que la felicidad doliese así.

El cielo en la tierra.

Bulle, chispea,

Sin nombre aún, sin nombre jamás.

Vidas que nunca fueron, historias que nunca ocurrieron. 

Ven, deja que te cuente lo que es tener el Universo dentro

y no poderlo sacar.

Vivir a través del tiempo.

Algún día moriré presa de esta grandeza absurda que me embarga.

Las manos de Jamie en el Guggenheim de Bilbao
Opuestos

Cactus en el jardín botánico de Pisa

Escalera en el Archivo de Indias

Santander tiene tesoros ocultos

La felicidad está en las pequeñas cosas.

Puede parecer una frase trillada, y desde luego ha sido usada hasta el desgaste, pero es que hay pocas frases más acertadas.

La felicidad nunca es permanente o constante, está en los pequeños momentos, ese instante fugaz en el que se dibuja una sonrisa o se siente el breve cosquilleo del sol en la piel.

Y aunque, como a cualquiera, me encante fotografiar grandes paisajes y monumentos increíbles, creo que lo más bonito de hacer fotografía es capturar la belleza en pequeñas dosis. Esa belleza discutible pero palpable, semiescondida y pequeña, es la auténtica. Como la felicidad, la belleza está en los detalles, en las pequeñas cosas.

Por eso quería hacer un post con fotos que consisten muchas veces en detalles, algunas no tienen nada en particular, tan sólo... bueno, la belleza de lo peculiar.