martes, 2 de diciembre de 2014

El mar como fondo

















Durante esas interminables mañanas de estudio preparando los exámenes finales, había momentos en los que sentía que me iba a estallar la cabeza.
Cuando esto ocurría, cogía la bicicleta y me escapaba a la playa.
Allí sentada, escuchando el imperturbable sonido de las olas rompiendo, la playa semivacía y tranquila, todo parecía cobrar sentido de repente.
Y pensé que ojalá pudiese capturar aquel momento de paz, en el que mis preocupaciones volaban y sólo notaba la arena y el sol cosquilleando en la piel. Caminantes anónimos pasaban por delante de mí, mojando los pies en el la fría espuma de abril. Eran escenas de postal, como un moderno cuadro de Sorolla, con el mar como marco perfecto.
Y decidí hacerlas. Serían mis postales personales, llenas de caras anónimas, de paseantes yendo y viniendo, hablando (¿de sus miedos, de sus sueños, de lo que iban a comer ese día?), y el mar siempre ahí, imperturbable y eterno. Rompiendo en espuma blanca y breve, indiferente a las palabras que recogía.

Así que me senté, preparé la cámara y me dispuse a atrapar a todo el que pasara por delante de mi objetivo.


























No hay comentarios:

Publicar un comentario